Siendo una niña de seis años, traviesa, alegre, juguetona, cariñosa, introvertida, curiosa y la menor de sus hermanas.
Mientras jugaba amenamente con la hermana, se acerca efusivamente la madre muy enojada y empieza a preguntar quién rompió un adorno muy importante de casa.
Para esto, romper algo en casa, así sea de casualidad, era un símbolo de dejadez y descuido, por lo tanto merecía un buen palmazo además de un castigo.
No estoy segura si por esa época, se gestionaban así las cosas, no sé si era cuestión de la cultura o la crianza de cada familia, pero más valía no romper nada, no orinarse en la cama, no dejar la comida, no contestar mal, no preguntar demás, o algo que se considere impertinente porque caía una buena.
Madre continuaba preguntando muy enojada ¿qué había pasado con ese objeto?. Invadidas de miedo al saber lo que podía pasar, nuestra constante respuesta era: No sé, no sé, yo no fui, yo no fui….
Madre decidió amenazar con que nos caería castigo y golpe a ambas, ya que nadie decía nada.
Fue entonces donde mi hermana responde ante tal amenaza…fue ella! fue ella!

No solo quedé sorprendida y decepcionada por la respuesta acusadora de mi hermana, además, hasta ahí podría entender su miedo a ganarse una golpiza y castigo sin haber hecho nada, sin embargo, mi gran sorpresa era de que ella estaba mintiendo, ese dichoso adorno importante de mamá fue roto accidentalmente por mi hermana.
Si vamos a hablar de culpables, era ella la culpable, sin embargo no dudó en culparme a mí delante de mi madre, sabiendo la consecuencia que esto traería a mi persona sin haber hecho nada. Por supuesto, yo era la más juguetona y traviesa de casa, iba a ser más creíble que fuera yo.
Mi cabellos arrancados y mis piernas señaladas por el centímetro o medida, que usó mi madre para castigarme lo recuerdan a la perfección, sin embargo el dolor físico pasó hace mucho y las señales y heridas pasaron, pero ese sentimiento de injusticia y falta de credibilidad hacia mi personas de mi madre si que sanjó mucho mi mente y mi corazón.
Ahora entiendo que eso solo fue el principio de un largo camino de desconfianza y constante sed de aprobación de mi madre hacia mí.
Lloro y lloro repitiendo insistentemente que no fui yo, que fue mi hermana, que debían creerme; pero mi madre estaba muy muy segura de lo que mi hermana le dijo, ella si creyó en sus palabras.

En mi mente las cosas no terminaban de tener sentido, estaba muy dolida y a la vez tan confundida, tanto así de que prácticamente ni procesé el castigo.
Al día siguiente, mi hermana no soporta ver como como sufría con el castigo y el dolor de la golpiza ganada gracias a ella, además que por supuesto yo ni le hablaba, que decidió decirle la verdad a mamá.
Para mi eso fue un gran alivio, a pesar de que no cambiaría lo sucedido, sien embargo mi satisfacción era de que se sepa la verdad y yo no había hecho nada. Lo único que necesitaba en ese momento era un fuerte abrazo de mi madre junto a una sincera disculpa.
Sin embargo no sucedió ninguna de las dos cosas.
Mi hermana no fue golpeada, pero si castigada con no salir a jugar y no ver tv, y se prosiguió a pasar página sin volver a hablar de tema.
Sentí como si me hubieran dejado en visto en el whatsap, no se me ofreció disculpa alguna, no hubo reconocimiento de que los padres también nos podemos equivocar, no se profundizó en ¿qué lleva a mentir a un niño o niña ?, solo hubo un silencio como reconociendo del error cometido.

Ahora que soy madre sé que es duro reconocer algún error cometido con los hijos, pero tampoco debemos darles la imagen de que los padres son perfectos porque no es así.
No tenemos porqué ser perfectos, pero tampoco abusar de nuestra ventaja en tamaño, edad o economía; al contrario, al reconocer un error delante de los hijos, evaluar lo sucedido, tratar de comprender y buscar la mejor solución, yo creo que ahí está la clave.
Se dice que los niños no mienten, sin embargo discrepo de ello.
Pienso de que uno de los motivos más importantes que lleva a mentir a un niño, es el miedo, más aún si sabe la consecuencia tan violenta que tendrá.
Aparentemente este fue un suceso simple que puede suceder en muchas familias, sin embargo si profundizamos en el comportamiento y la gestión de tal, hay mucho en que trabajar tanto en adultos y niños, ya que como mencioné líneas arriba, esto fue solo el principio de muchas experiencias de desconfianza, inseguridad y sed de aprobación y credibilidad.
No pensemos que un evento «simple» es una tontería que pasa, porque de no observarla a tiempo puede llevar cada vez a temas mas serios en el futuro.
Cuando somos niños no somos responsables de la educación y crianza que nos dan, pero ya de adultos somos completamente responsables de lo que enseñamos y permitimos que pase en nuestra casa u entorno.

Suena fácil, pero no lo es.
Hay que ser muy firmes de mente, saber bien lo que queremos y no en nuestra vida, mucha fuerza de voluntad para romper patrones familiares muy arraigados en nuestra persona, y para eso aveces necesitamos una guía, un mentor o de ayuda profesional. De ser así, que no te de vergüenza pedirla, búscala las veces que sea hasta que encuentres lo que necesites, no te vas a arrepentir y de seguro darás un giro a tu vida muy bueno.
En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada.( Franklin Delano Roosevelt)
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